Descripción
La vida, a veces, se empeña en reflejar situaciones que parecen sacadas de un encantamiento, circunstancias inverosímiles que habitan, por momentos, en nuestra esencia y nos hacen pensar que en la cotidianidad experimentamos un milagro, un enigma que no somos capaces de entender. La irrealidad que fabrica el cerebro se da de bruces con su otra cara, la verdadera realidad. Pero aceptamos la fantasía porque depara emociones a nuestro corazón. La aceptamos como el misterio que aún no se nos ha revelado, que juega con los sentimientos y nos sobrecoge empezar a vislumbrarlos.
De ello tienen mucho que ver las lecturas de Gabriel García Márquez, padre del Realismo Mágico, o de Juan Rulfo, quien en su maravillosa novela Pedro Páramo nos convence de que los muertos se comunican entre las tumbas y, mientras leemos, aceptamos esta irrealidad.
Mezclar la muerte con la vida, y la vida con la muerte es un simulacro dotado de misterios que no vemos, pero que nos incita a percibir. Muchos de los microrrelatos que conforman este librito pretenden formar parte de este tipo de narrativa, el Realismo Mágico. No sé si Realismo Mágico, la vida misma lo ha conseguido…, eso le tocará juzgarlo al lector.
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