Descripción
Para Miguel Ángel Navarro, el poema es un fuego que se alcanza, una lumbre que se roba a la nada, al silencio. No como una tarea sencilla, a salvo de las inclemencias meteorológicas y vitales, sino que se expresa a través de ellas, como una búsqueda en lo oscuro de una cueva, en la que imaginamos, o soñamos, una salida posible, una luz al fondo. Y quizás la primera senda para ello, no sea otra que el testigo ardiente que recibimos de los que nos precedieron en el intento, que despacharon a su vez sus propias dificultades y circunstancias. La creación poética es, ante todo, un fanal que en la noche transparenta las propias sombras.
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