Soy escritor para no morir. También para no matar. Soy escritor para exorcizar. También para desmoronar mundos horribles que transmuten en bonitos arrabales, a veces. Es que en ocasiones recreo, y en otras me desangro. Soy alguien que escribe, que hace música, que vive en Lanús y a quien el arte le es esquivo. Nada vas a saber de mí tras estas palabras. Nada más resbaloso que mi naturaleza. Es que también soy tan indefenso como sensible. Te temo y te siento. Escondido tras la carne palpitante espío tu mirada, tu semisonrisa, tu deseo de creer, tu desconfianza, tu necesidad de mi. Esa necesidad de tribu, de pertenecer. Y yo deseo con tanta pasión que nos pertenezcamos, que me desmayo, me desvanezco en el transcurrir, como siempre y… me recluyo aún más. Y escribo. Y escribo para que algún día, vos, seas más amigable que la vida y me hagas un guiño. No importa cuánto tiempo haya pasado. Tal vez esté más muerto que ahora. Pero no importa. Voy a estar allí, desde mi literatura, mirándote directo a los ojos, tratando, pretencioso, de licuarrme en tus venas, de energizarme en tu corazón. Entonces, eso soy. Soy lo que confluye de esta unión atemporal. Un escritor para no morir. Ni matar. (Fabio Godoy)