Carmela

“Carmela” (2001) la primera novela de Amalia Decker M. Fue como una explosión en la novelística boliviana de los últimos años del siglo pasado. Para la autora, componer la novela fue como una catarsis muy bien hilada. Carmela es una narración de las pasiones, del amor y la política en tiempos donde el grito de la Patria resonaba junto a la muerte.

Sin embargo, Carmela no es una autobiografía disfrazada. Los testimonios que encierra, no parten del espíritu algo roto de la autora, sino que son la suma de voces de mujeres de una generación, cuyo bordado narrativo se completa con la ayuda de la ficción. Lo mismo ocurre con los hechos reales de la política en esos tiempos de ira y violencia.

Carmela nos permite transitar por la angustia y el placer de los amores profundos, cuyo horizonte de continuidad pareciera infinito. Y, sin embargo, Cuando todo termina, primero en el transcurso de una intensa racionalidad, el personaje se da cuenta de que otra presencia debe ser arrancada de su espíritu para terminar su dependencia amorosa: la de los recuerdos esplendorosos de una piel acariciada con sabiduría y empeño. Fueron tan intensos que fue lo último que desapareció en ese proceso doloroso. 

Una cosa parecida ocurre con su pasión por la política. Un proceso también doloroso, lleno de desilusiones y que empiezan a desmoronarse cuando descubre que el compromiso, el coraje y los sueños convivían con los errores y los horrores de quienes querían cambiar el mundo. Es una novela cimentada desde la intimidad, la introspección y de una dinámica inusitada con la argamasa de una fresca crónica de aquellos tiempos.